¿Es la expansión de capacidad vial una política que se vence a sí misma?

La congestión urbana es, sin duda, uno de los principales problemas que los habitantes de grandes ciudades tienen que sufrir. El estudio de formas de lidiar con esto es importante, por varias razones:

  1. Los tiempos de viaje aumentan con la congestión, algo que impacta la calidad de vida
  2. Tanto la congestión y los costos de infraestructura son muy grandes y por lo tanto, ambos deben ser evaluados con precisión antes de implementar cualquier proyecto de construcción. Los verdaderos beneficios de las nuevas autopistas urbanas, líneas de metro o sistemas BRT tienen que ser evaluados en forma realista.
  3. Los problemas ambientales que, si bien se presentan en todos los sectores consumidores de energía, son particularmente graves en el sector del transporte, donde las emisiones se concentran especialmente en zonas urbanas. Las estimaciones para Canadá y el Reino Unido han demostrado que el 25% de las emisiones de gases invernadero son provocados por el sector del transporte.

Las propuestas de solución para el problema de la congestión se pueden dividir en dos tipos, si nos mantenemos alejados de aquellos que afectan directamente las decisiones de localización: (i) un mejor uso de la capacidad existente (ii) una mayor capacidad. En cuanto a la primera idea, las proposiciones más comunes son tarificación por congestión y dar prioridad al transporte público. Ambas medidas son polémicas: una implica cobrar por algo que era gratis antes y hacerlo precisamente cuando la calidad del servicio es malo; la otra implica subsidiar o quitar capacidad de los vehículos para dárselas a los buses en vías exclusivas.

La segunda propuesta de solución al problema de la congestión urbana es, después de todo, tal vez la más natural: si la capacidad existente no es suficiente para el tráfico actual, entonces hay que aumentar la capacidad. En resumen, si los zapatos no le quedan bien, comprar zapatos más grandes. Pero esto es nuevamente muy controvertido, al menos en los círculos académicos, ya que se ha argumentado que las vías inducen tráfico y que cada kilómetro a disposición de los autos en una ciudad congestionada será llenada con nuevo tráfico: construir capacidad adicional es como tratar de batallar la obesidad mediante la compra de cinturones más grandes. La idea esencial detrás de este concepto es que una mayor capacidad atraerá a usuarios del transporte público a usar el auto, y a su vez, el transporte público tendrá que reducir su calidad de servicio debido a la menor cantidad de pasajeros, y en particular, la densidad de las rutas y frecuencias. Esto volverá a empujar a la gente del transporte público hacia a los vehículos particulares, induciendo una mayor congestión y un sistema de transporte público peor: en general, una peor situación. Esta autodestructiva naturaleza de la política de capacidad de las vías urbanas (Mogdrige, 1997) recibe el nombre de la paradoja de Downs-Thomson.

La paradoja Downs-Thomson, sin embargo, no es universalmente aceptada, y han sido propuestos argumentos empíricos y teóricos para rechazarla. Aclarar si esta hipótesis es correcta o no, o más exactamente, en qué circunstancias es una descripción precisa de los resultados de una política de capacidad de las vías urbanas, es fundamental para las estrategias públicas urbanas y la calidad de vida en las ciudades. Si la hipótesis es correcta, ello implicaría que las políticas orientadas a aumentar la capacidad de las carreteras empeoran el problema, al utilizar espacio escaso y que puede asignarse a muchas otras alternativas útiles. Si está equivocada, ello implicaría que lo que muchos ingenieros de transporte han argumentado estaría errado, y que las ciudades pueden solucionar el problema de la congestión mediante un aumento de capacidad. Mi tesis es que la pregunta "¿Es la expansión de capacidad vial una política que se vence a sí misma?" no puede responderse con precisión con la literatura existente, porque hay tres aspectos relevantes del problema que no han sido bien incorporados: (i) el comportamiento de los consumidores, (ii) el hecho de que los autos y buses compartan capacidad causando efectos de congestión cruzados y (iii) que ha habido poco análisis de la interacción entre una política de expansión de la capacidad con otras políticas, algo que puede afectar tanto la pertinencia como el momento adecuado de las inversiones en capacidad.

El objetivo general de esta propuesta es entender los efectos del aumento de la capacidad vial en zonas urbanas congestionadas, teniendo en cuenta todas las interacciones entre el transporte público y los autos, las decisiones y preferencias de la gente, y el conjunto de políticas que disponen las autoridades y los planificadores, incluyendo la tarificación por congestión, los subsidios en tranporte público y vías exclusivas para buses. El interés radica en determinar los efectos tanto de eficiencia (es decir, el bienestar), así como los efectos distributivos (es decir quiénes son los agentes que ganan y quiénes son los perdedores) con el aumento de la capacidad vial. Además de esto, tengo la intención de descubrir lo que es el camino óptimo (en el sentido de definir) la ejecución de las políticas o, al menos, tener alguna indicación sobre el momento adecuado para expandir la vialidad existente.

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